La malnutrición forma parte de los grandes síndromes geriátricos y es factor de fragilidad. No solo constituye una patología en sí misma, sino que su presencia se asocia a aumento de la mortalidad y de la discapacidad, mayor frecuencia de caídas y fracturas, empeora el deterioro cognitivo. También se asocia con retraso en la cicatrización y en la recuperación tras la cirugía, prolonga la estancia hospitalaria y aumenta la frecuencia de reingresos y el índice de institucionalización tras el alta. En más del 50% de los casos la malnutrición se debe a causas reversibles y la intervención nutricional asociada al tratamiento etiológico es útil para revertir dicha situación.
Causas de la malnutrición
Cambios fisiológicos asociados al envejecimiento: la ausencia de piezas dentales que dificulta la masticación. La disminución del sentido del gusto y del olfato, que reducen la sensación placentera asociada a la ingesta. La alteración de la motilidad gastrointestinal, que da lugar a disfagia, distensión gástrica y saciedad.
Deterioro funcional: que dificulta o impide la realización de tareas necesarias para alimentarse como
comprar y cocinar la comida, o manejar los cubiertos.
Deterioro cognitivo: lleva siempre asociadas graves consecuencias funcionales que le impiden la planificación y la ejecución del proceso de alimentación.
Depresión: que incluye en sus criterios diagnósticos la pérdida o ganancia de peso, subyace en muchos
de los casos de malnutrición geriátrica, por lo que es imprescindible evaluarla en todos los casos. Conoce más acerca de la depresión aquí.
Factores sociales, pobreza, aislamiento social: aparte de que los ingresos económicos de algunos
ancianos no son suficientes para mantener una dieta fresca y completa, la soledad en que viven muchos
ancianos deteriora el importante componente social que trae consigo el acto de alimentarse. Hábitos con
componente social, como el alcoholismo, son causa de algunos casos de malnutrición.
Consecuencias
— Pérdida de peso y masa grasa, flacidez y pliegues cutáneos.
— Edema, hepatomegalia, diarrea.
— Alteración de la respuesta inmune, mayor incidencia de infecciones.
— Sarcopenia y pérdida de fuerza muscular: caídas y fracturas, riesgo de neumonía.
— Astenia, depresión y mayor anorexia.
— Riesgo de intoxicación farmacológica por reducción de fracción libre de fármacos con alta afinidad por albúmina y menor eficacia del metabolismo hepático.
En resumen, la malnutrición es algo que podría afectar fácilmente a los adultos mayores, aunque parezca que están sanos, por ello es muy importante que se mantengan en control con un médico, o que se realicen una valoración nutricional cada cierto tiempo.
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